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Sin nombre |
Rosalía Estela Salas Trujillo |
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Sus ojos profundos,
que no dicen nada,
lucen en sus cuencas
vacíos, sin luz.
Su cuerpo famélico
se traslada a ratos
viendo alucinado
los seres pasar.
No siente nostalgias,
el amor no añora,
cuando el sol se oculta
va hacia “su rincón”.
Arrebujado en trapos
o viejos diarios,
deja que la vida
transcurra sin él.
Un día cualquiera,
al cruzar la calle,
circulaba un auto,
no lo vio venir.
Chirridos de frenos,
un golpe violento,
y su pobre cuerpo
tendido quedó.
Realizaron “trámites”,
llenaron papeles,
y en ese momento
alguien preguntó:
«¿Tiene documentos...?».
Él nada tenía,
ni siquiera edad.
Todos comentaban:
«¡Yo lo vi pasar!».
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
Sólo Dios sabrá.
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