Surca el aire, embriagado de furor,
la flecha de la muerte y el olvido;
brama el mundo como animal herido,
agónico y preñado de dolor.
Cuchillo que desgarras un albor
por siempre destrozado y afligido;
ser humano, sé al fin agradecido
y ofrece, generoso, tu candor.
Mundo vacuo, de gente sin destino,
de silencios morada tenebrosa
y de congojas cauce peregrino.
Mundo nuevo, muestra ya tu alma hermosa,
desvía con la paz el triste sino
sacando las espinas de tu rosa.
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