I
Gran mar, patria de vida.
(Me obsequias)
Un nuevo paisaje cada día.
Impredecible rumbo de libertad guardan tus olas.
Tus mareas confusas en la sabia duda
gritan a las rocas tu existencia profunda
que se pierde a la vista y al tiempo ignora.
Sólo vemos de ti la superficie.
¿Quién sabe qué esconden tus profundidades?
Arena, monstruos, precipicios abisales
de los que nada revelan
la mansa cubierta y sus matices.
Paleta de verdes, azules y grises,
de marrones claros cuando la playa embistes.
Blancos borregos sobre crestas vivas,
que ondean tu ser como valerosas cuadrillas,
que chocan en el frente como en una conquista.
II
Amenazas a ineptos que ignoran el poder
y piensan que es para el hombre esa facultad,
ignorando que por lo vanidoso que resulta ser,
los dioses se lo negaron con prioridad.
Sólo el cormorán parece entender
que hay que adorar tu majestuosidad,
ya que es sabio por conocer
lo que hay dentro y fuera del mar.
Así, el hombre y el tiburón
se creen reyes, porque no lo son,
se inflan del orgullo de la ignorancia
provocando tristeza a su alrededor.
Desde aquí fuera quiero escuchar
tu ruido ensordecedor,
sin intentar desafiar
lo que guarda tu interior.
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