Ya no hay tiempo que perder,
ni ánimo, ni hastío,
ni amanecer.
La luna se estampa en el río,
en el mismo río donde otras lunas
se cansaron de hacer lo mismo
y ya nunca más volvieron.

Bastante desanimado, tanto como para no hacer caso
al humo del cigarrillo que asciende formando círculos
alrededor de tu cuerpo desnudo, he decidido asirme
al único charco de vida que me ofrece esta ciudad.
En medio del atasco que me regala el día,
entre los sonidos del mal humor exhalados por los coches
y el together through life de Bob Dylan aullando,
te he visto cruzando el paso de cebra,ignorando el futuro.
Desarmado ante tanta belleza, fumándome los segundos
de un reloj imaginario y dilatando el eco de unos semáforos
egoístas y engreídos, he reincidido en tu sonrisa.